lunes, 11 de diciembre de 2017

#30: Cuestionemos las órdenes establecidas.



Existen dos teorías dentro del Dereho: la iunaturalista y el iuspositivismo. La primera alega y justifica la existencia de las normas buscando siempre la “bondad” del hombre, es decir, que toda Ley tiene como objetivo buscar tal característica. 

Por su parte, el iuspositivismo argumenta que las normas deben de cumplirse por el mero hecho de estar legisladas, o lo que es lo mismo, no importa si la ley es “moral” o justa: si está escrito debe de hacerse cumplir.

Bajo este último argumento la teórica Hannah Arendt acuñó en 1961 el término de banalidad del mal dentro del contexto de los juicios realizados a ex miembros del partido nazi alemán. 

Un caso fue particularmente enfocado por la teórica: el proceso del ex Coronel de las SS Arendt Eichmann quién, a modo de defensa, justificaba que los crímenes que le imputaban los cometió simplemente porque se lo ordenaron. Es decir, sólamente se limitó durante su servicio a acatar lo que le decían sus superiores, sin reflexionar o cuestionar los hechos. Únicamente “siguió la Ley”. Y, al analizarlo desde dicha perspectiva, pareciera a priori, que no hizo nada malo; aunque desde luego fue partícipe del genocidio y por ende sentenciado a muerte. 

Pero es aquí desde dónde quisiera partir. 

Muchas veces, si no es que todas, nos es difícil entender o justificar las que consideramos malas acciones, o actos indebidos. Y pensamos -es lo peor- que quiénes son, por un decirlo, “malas personas”, realmente están carcomidas por dentro, e incluso suponemos que transpiran crueldad... 

Pero la realidad es otra. 

Resulta que el ser humano es capaz de efectuar actos malévolos incluso sin “saberlo” o, mejor dicho, sin detenerse a pensar en ellos. Los nazis, retomando el ejemplo inicial, son una clara muestra de ello. Terriblemente para una gran mayoría, el hecho de asesinar personas no era considerado una barbarie... lo ordenaban sus superiores, estaba normado por la Ley, y por ende, lo que hacían no era más que respetarla. 

En este sentido creo debemos de reflexionar un poco más hondo al respecto cuándo nos disponemos a “acatar” una norma u orden. No basta con seguirlas, o hacer lo que “socialmente” es aceptado, pues el racismo, por citar otro triste ejemplo, es una muestra de ello. 

Quizá la mayoría de las personas que han sesgado, y siguen haciéndolo, no lo hacen conscientemente. Solo repiten lo que ven, solo siguen el esquema social... sin detenerse a pensar por qué lo hacen, y más importante aún, si es “justo” o adecuado realizarlo en base a sus valores. 

No sigamos esquemas. 

Cuestionemos normas establecidas. Detengámonos a acatar normas o leyes... nuestra moralidad, o lo que creemos que tenemos de “buenas personas” dentro de nosotros, debe de premiar versus aquello que otros nos dicen que es lo correcto.


Imagen | Pixabay

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