Todos los ocho de marzo se conmemora, que es algo muy diferente a celebrar, el Día Internacional de la Mujer. Por eso, por no ser una celebración, decir felicidades a una mujer, ese día, es algo que no debería como tal de existir. Nacer hombre o mujer no es sinónimo de un logro.
Ya en el segundo número de Hebdomadaria Reflexionem hablé sobre ello pero, desafortunadamente, en la sociedad seguimos sin comprender el verdadero sentido de reconocer y pugnar por el valor de la mujer. Algo que debe de partir, dicho se de paso, desde ellas mismas.
Netflix estrenó hace poco (el 16 de febrero de 2018) “Everything Sucks!”. Una serie que, colgada de la nostalgia noventera, con cosas como Blockbuster, VHS´s y música de Ace of Base aderezan una trama que si bien no es excelsa, sí logra divertir y aportar cosas interesantes.
Tanto es así que una de las protagonistas, una chica de preparatoria, en su despertar a la sexualidad descubre que los hombres no son de su interés. Sí. Se toca la homosexualidad de una manera tan natural que ya quisiéramos que en esos años, o ahora, pudiéramos convivir con ella.
Claro, ella tiene que comenzar su aventura en secreto pero el lograrnos poner en la mente de una mujer que lucha contra los moldes sexuales es sin duda impresionante. Aceptarse lesbiana no es fácil, y ver cómo lo logra, es fantástico.
“Alerta spoiler”: su cara, radiante, cuando besa por primera vez a una chica es mágico versus al beso que le da a su “primer novio” varón.
Pero así como podemos ver cosas como esas un diálogo de la chica popular y fresa de la escuela, la sex symbol por excelencia, es sin duda para enmarcar. Y no por profundo sino por precisamente todo lo contrario:
“Si puedo hacer que se le ponga dura a un tipo solo con mirarme... gané. Eso es poder.”
Y es aquí en dónde el comentario de que el valor de la mujer, el hacerse valer, debe de partir desde ellas mismas, toma total vigencia y relevancia.
En el Día Internacional de la Mujer se habla, como lo dije el año pasado se exige el fin de la desigualdad de género, se motiva a luchar por acortar la discriminación y favorecer la igualdad. Ese es el objetivo por el cuál la ONU decidió establecer, en 1975, dicha conmemoración.
Ser objeto sexual. Tratar a alguien como tal, permitir que alguien sea tratado así, o dejarse con vanagloria tratar así son cosas que no van. Son cosas por las que precisamente en ese día Internacional se intenta erradicar.
Y en el diálogo podemos ver precisamente todo aquello que nos falta.
Muchas veces las mujeres no tienen per se la culpa de dejarse tratar así; tras su espalda van con ellas la carga de una educación machista y patriarcal (muchas veces incluso fomentada por sus madres) así como la mentalidad de que deben satisfacer sexualmente al hombre. “Sentir placer” o mostrar que lo sienten, está mal.
Lo mismo pasa cuándo se habla de esos temas. Un hombre sí “puede” coleccionar el nombre de con cuántas mujeres ha estado pero... ¿una mujer? Ni pensarlo, porque el tilde que le acompaña es cuando menos ofensivo.
Ponérsela dura a alguien, como se refiere en la serie, no tiene nunca que ser un “logro femenino” ni algo por lo que una mujer deba luchar por conseguir.
Aunque nosotros (hombres y mujeres) tenemos la culpa pero, al mismo tiempo, podemos ser responsables de hacerles ver, a las niñas y adolescentes con las que convivamos, así como con las mujeres con las que interactuamos, que una mujer tiene poder, verdadero, cuándo demuestra con su inteligencia y habilidades lo que es capaz de hacer.
No cuando utiliza su cuerpo.
Y evangelizar con esa idea es de verdad conmemorar y celebrar el Día Internacional de la Mujer.
Imagen | Pixabay
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